https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
El Hijo de María llegó a ser la persona más controvertida de la historia. Aunque se llamó Príncipe de paz, se pelearon guerras en su nombre. Aunque derramó su vida para sanar el cuerpo y la mente de todos los que lo rodeaban, las familias se dividieron por causa de él; los hijos contra los padres y los padres contra los hijos.
¿Quién era él? Esta pregunta molestó a los que lo oyeron y lo vieron. Ha perturbado a cada generación desde entonces. También nos perturba a nosotros: desde el nacimiento del niño en Belén. Jesús de Nazaret ha sido una pregunta molesta para la conciencia de la humanidad, que no le deja descanso.
El mismo desafió a su generación con la pregunta: "¿Quién decis que soy yo?" y cuando Pedro respondió en forma espontánea: "Tu éres el Cristo, el Hijo del Dios viviente", Jesús aceptó la respuesta: "Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún hombre te ha mostrado esto, sino mi Padre que está en el cielo" (Mat. 16:15-17, versión Dios habla hoy). Citado en: Johnson, G. William. Contemplemos su gloria. México: Asociación Publicadora Interamericana, 1989, pag. 43.
Al leer los evangelios y meditar en esa persona notable, él viene a nosotros en la quietud, así como se acercó a ellos junto al lago. Desde la oscuridad, en el silencio, nos hablará de sus misterios. Y ¡sabremos que al encontrarnos con Jesús de Nazaret nos encontramos con Dios!. ibid
Comentarios
Publicar un comentario