Un anciano cacique indio que deseaba escoger cuál de sus tres hijos le sucedería como cabeza de la tribu. Señalándoles la montaña vecina les dijo: "Hijos, quiero que escales esa montaña, y el que alcance el pico más elevado será mi sucesor".
Pronto uno de los hijos volvía con una flor. -Padre, he subido a la cumbre más alta, y traigo esta flor como demostración. -Ponte un lado le dijo el padre. Enseguida llegó el segundo quien traía una rama verde de un árbol, diciendo haber subido al pico más elevado. -Ponte a un lado -le dijo el padre.
Finalmente llegó el tercer hijo, cansado, y con los pies lastimados, pero sin nada en la mano. "He escalado la cumbre más alta, padre, pero no traigo nada como evidencia, porque allí no crece nada. Pero -dijo con los ojos brillantes- he visto al mar"
-Ven, hijo -dijo el padre-, tú eres el jefe de la tribu, porque yo también vi el mar. (Citado en: E. Earl. Cleveland, Meditaciones Matinales Venid a mí. Publicaciones Interamericanas: Pacific Press Publishing Association Mountain View, California, EE. UU. 1969), pág. 183.
Walter R. Beach decía: "Visión es lo que separa a los hombres que hacen algo de los que no hacen nada." La visión de Dios para nosotros es que contemplemos la patria celestial mientras contribuimos en su obra para que él venga pronto por segunda vez a esta tierra.
“Sigo avanzando hacia la meta para
ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo
Jesús.” Filipenses
3:14 NVI
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