Se cuenta que un rey pagano, herido en batalla, envió en busca de un siervo de confianza y le dijo: "Ve a decirles a los muertos que llego". El siervo, sin vacilar un momento, sacó su espada y se la clavó en su propio corazón, para así poder ir a dar el mensaje a los muertos antes que llegase su amo.
El espíritu de este siervo, aunque equivocado, ilustra la devoción con que el cristiano debe cumplir su misión hacia Dios. Citado en: E. Earl. Cleveland, Meditaciones Matinales Venid a mí. Publicaciones Interamericanas: Pacific Press Publishing Association Mountain View, California, EE. UU. 1969), pág. 214
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