Hay un contraste interesante entre la vida de Alejandro Magno y Jesús:
Ambos murieron a la edad de 33 años
Uno vivió para sí; el otro, para ti y para mí.
El griego murió en un trono; el judío sobre una cruz;
La vida de uno pareció ser un triunfo; la del otro, una gran derrota.
Uno dirigió grandes ejércitos; el otro anduvo solo.
Uno derramó la sangre de todo el mundo; el otro dio la suya propio.
Uno conquistó el mundo durante toda su vida, pero lo perdió a su muerte;
El otro perdió su vida para ganar la fe y confianza de todo el mundo.
El griego esclavizó a los hombres; el judío los libertó;
Uno fundó su trono sobre la sangre; el otro sobre el amor.
Uno tuvo su origen en la tierra; el otro, en el cielo.
Uno conquistó toda la tierra, pero perdió la tierra y el cielo;
El otro lo entregó todo para poder recibirlo todo.
El griego murió para siempre; el judío, vive para siempre.
Uno perdió todo lo que conquistó; el otro ganó todo lo que entregó. (Charles Ross Weede)
Citado
en: Hills, B. Desmond. Cada día más Luz, iluminados por
Jesús. México: Gema Editores, 2008, pág. 194.
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