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¡Él nos entiende!


Se cuenta la historia de un niño que vendía periódico en una comunidad agrícola en el centro de los Estados Unidos. Utilizaba su bicicleta para ir de casa en casa, pedaleaba de una finca en otra, en una de ellas, vio un letrero: “Cachorros a la venta”. Siempre quiso un perrito. Soñaba el día cuando pudiera tener uno. “Señor, ¿Puedo ver los perritos?” “Claro que sí hijo”. El señor llamó y pronto apareció la mamá seguida de cuatro cachorritos. Luego apareció un quinto perrito, que llegó cojeando.
El niño examinó los perritos cuidadosamente. “¿Cuánto cuestan señor?” “Cuestan 25 dólares” “¿Qué le pasó al perrito que cojeaba?” “El veterinario dice que nació así. ¡No sirve para nada! No puede correr. Solamente se arrastra. No sirve.”  “Señor, ese es el que yo quiero. Le daré 50 centavos cada semana, hasta que le pague todo el dinero.” “¿Y por qué quieres a ese cachorro?” El niño se levantó el pantalón de una de las piernas para mostrar un soporte de metal y una correa, señales de una pierna deforme. “Señor, ese perrito necesita alguien que lo comprenda, ¡y yo sí puedo!”
Jesús te entiende muy bien cuando te sientes cansado y exhausto, cuando te sientes solitario y ansías la compañía de amistades sinceras, cuando llega el fin de mes y las cuentas se acumulan y no hay dinero con que pagarlas, cuando tu salud se deteriora y los dolores estremecen tu cuerpo, cuando las tentaciones parecen vencerte y cuando tus debilidades parecen sucumbir ante el maligno.
Cualesquiera que sean nuestros sufrimientos, Él experimenta dolor, se identifica con nuestros sufrimientos y nos acompaña en nuestras tentaciones; nos da consuelo, fortaleza y paciencia para soportarlo todo, nos ayuda a mantenernos firmes bajo el peso de los problemas. (Heb. 4:16) “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.”  Citado en: Finley, Mark. La Gran Comisión. México: Gema Editores, 2007, pag. 22,23.

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