En
1927 Charles A. Lindgergh fue el primero en cruzar el Océano Atlántico en
avión. El vuelo duró 33 horas y media. Esta hazaña le dio mucha fama a
Lindbergh y numerosas compañías le pidieron que hiciera propaganda para sus
productos. Aún no se conocía la relación que hay entre el tabaco y el cáncer,
pero Lindbergh rehusó una gran cantidad de dinero de una compañía que quería
que su retrato apareciera en una propaganda de cigarrillos. Lindbergh, que llegó
a ser coronel de la Fuerza Aérea de su país y fue por un tiempo consejero
técnico de la Pan American Airways, había aprendido a disciplinarse a sí mismo.
Este rechazo suyo tan decidido demostró que ni la popularidad ni el dinero le podía
hacer cambiar su determinación de controlarse a sí mismo.
Robert
E. Lee, considerado como uno de los grandes dirigentes militares. Cierta vez le
ofrecieron diez mil dólares -suma muy elevada a su tiempo- si permitía que su
nombre se usara en relación con un juego
de lotería. Lee, necesitaba ese dinero en ese momento, pero su respuesta fue: “Caballeros,
mi nombre es lo único que me queda y no está en venta”.
Citado en: Hills, B. Desmond.
Cada día más Luz, iluminados por Jesús. México: Gema Editores, 2008, pág. 329
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