https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
Antes de morir escribió una carta, que publicó en su oportunidad el Sunday Express. En ella decía lo siguiente el Sr. J. White, que se suicidó en Swindon, Inglaterra:
“En el umbral de la eternidad, debo hacer una revelación franca y completa de mi alma. Recibí soberanos, llamé por su nombre de pila a duques y condes, actué en política, poseí un yate, caballos de carrera, un teatro y diarios. He gastado ciento cincuenta millones en variadas empresas. estimulé los deportes, instituí premios, sostuve boxeadores; gaste’ hasta un cuarto de millón en un día. Todos me festejaban; el mundo me llamaba el
dichoso White. Después de haber conocido lo que es sentir hambre, supe lo que es tener todo lo que se puede desear y comprobar que miles de seres esperaban su subsistencia de mi mano. Tuve un tren especial par'a ir a Manchester (aunque en l909 hube de ir a pie de Londres a Rochdale, porque estaba sin dinero). Conocí a hombres y mujeres que eran amables y afectuosos mientras uno. Les resulta útil. pero que le vuelven la cara
cuando ya no tiene medios de serlo. "En este último día de mi vida, mi cerebro hace desfilar' ante mis ojos episodio tras episodio. El gozoso sentimiento de antaño quedó reemplazado por una existencia ruidosa y febril. Un día sigue al otro día con parecida monotonía. Y cada individuo tiene los mismos deseos: más dinero. más placeres y menos trabajo. La visión de todos aquellos que rinden homenaje a la fortuna asquea el alma. El
rico puede dar fiestas y regalos, ser héroe de los clubes nocturnos. Ver su nombre en las crónicas mundanas, y creerse el segundo después de Dios. Pero si su dinero lo abandona. Los únicos amigos que tendrá serán el remordimiento y el pesar. Mi cabeza desvaría. Mi corazón se agita, veo toda la locura de mi vida; todo se paga. ¡Basta!" Lorenzo J. Baum. La Mayor Conquista de la Vida. Pág. 13
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