Se cuenta la historia de un pastor que envió a su hijo adolescente a la oficina de correos y telégrafos a enviar un telegrama para felicitar a una joven feligresa que se había casado recientemente. El ministro dio claras instrucciones al jovencito: el mensaje telegráfico que debía enviar era el siguiente: «Lee 1 Juan 4:18». Por falta de atención, el muchacho omitió el primer número y envió el mensaje: «Lee Juan 4:18». Cuando la recién casada recibió el telegrama se apresuró a buscar en su Biblia el mensaje escogido especialmente para ella. De no haber sido erróneo, el versículo hubiera sido hermoso y apropiado a la ocasión: «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor...» (1 Juan 4:18). Sin embargo, el rostro de la joven quedó perplejo al leer: «El que ahora tienes no es tu marido» (Juan 4: 18). Julián Melgoza y Laura Fidanza. Un Corazón alegre. 2019, pág. 49
Cuántos problemas ha habido por la falta de atención y concentración, una coma, un signo de puntuación, un número, una letra cambiada, pueden extraviar a una persona, pueden lastimar la emoción de un ser amado. Presta atención a la comunicación en tu familia.
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