https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
Cierta noche, Paganini estaba dando un concierto ante un numeroso auditorio. Pero mientras afinaba su Violín, una de las cuatro cuerdas se rompió”. La desilusión cundió entre los presentes. Y cuando el famoso concertista interpretaba una de sus piezas, se rompió otra cuerda. No obstante, y ante la Visible incomodidad del público,
Paganini siguió” tocando hasta que una tercera cuerda también se le rompió. Como es natural, los asistentes estaban realmente disgustados. Pero entonces el gran interprete les dijo con toda serenidad: «Señoras y señores, ahora escucharán a una cuerda y a Paganini». Y comenzó” a tocar una música tal, valiéndose de aquella única cuerda, que los oyentes se inclinaron hacia adelante
en sus asientos para no perder una sola nota. Terminada la obra, un aplauso atronador resonó en toda la sala.
El Violín de "Paganini bien puede representar nuestra Vida. A esta vida nuestra ¡con cuánta frecuencia se le cortan las cuerdas de la alegría, la paz y el éxito! ¿Qué hacer en tal caso? ¿Desesperar o darnos por vencidos? Existe un recurso mucho mejor, que consiste en permitir que Dios nos tome y haga vibrar en nuestro pecho la única cuerda sana que nos quedaba. De esa sola cuerda, el músico divino puede arrancar dulces melodías de felicidad, si le damos cabida en nuestro corazón. Enrique Chaij. A pesar de todo ¡Qué lindo es la vida!. Pág. 96
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