https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
En Chicago. El 8 de octubre de 1871. Una vaca, propiedad de la señora O´Leary, estando en el establo al anochecer, derribó con una coz una lámpara de quersosén. La paja esparcida por el suelo se incendió enseguida. Toda la región sufría las consecuencias de una larga sequía, y en pocos instantes el viento llevó el fuego a través de los campos secos. Dos tercios de las casas eran de madera y la llama de la pequeña lámpara de querosén que inició el incendio en la paja del establo se propagó rápidamente hacia el sur, y después en dirección hacia el norte, sembrando desolación y ruina. ¡Qué devastador es el poder de las cosas pequeñas!. El incendio destruyó completamente 17,500 casas y propiedades por un valor de millones de dólares. Aproximádamente murieron 300 personas, y 100,000 quedaron sin techo. (Cant. 2:15) "Cazadnos.... las zorras pequeñas, que hechan a perder el viñedo" ¡Cuidado con las cosas pequeñas.