https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
Hace muchos años durante un servicio de culto, un muchachito tomo de la manga a un diácono que estaba recogiendo las ofrendas. El muchacho le susurró: “Por favor, ponga la bandeja de las ofrendas en el piso”. El hombre pensó que era una locura, pero notando la intensidad del rostro del muchachito, obedeció. Al no tener dinero para colocar en la bandeja, decidió ofrendarse a sí mismo al Señor. Parándose sobre la bandeja, el muchachito dijo: “Señor te entrego toda mi vida” El muchachito era Roberto Moffatt, que llegó a ser un notable misionero en África. Citado en: Mansell Ernest, Donald. Constante como el amanecer. México: Litografía Magnograf , 1993. Pág. 201.