Cuando Rudyard Kipling (1865-1936), el gran genio de la literatura universal, visitó los Estados Unidos, fue acometido por una seria enfermedad. Mientras ardía de fiebre, recibió la visita de un médico. Era medianoche. Después de medicarlo, el médico le recomendó reposo absoluto. pera a medida que las horas corrían, en su delirio, el paciente murmuraba: "Yo necesito". La enfermera no se atrevía a interrogarlo en cuanto a cuál era su necesidad, perturbándolo en su reposo. Pero ya que él insistía en repetir las palabras "Yo necesito", ella se aventuró a preguntarle en un susurro: "¿Qué es lo que necesita?" La respuesta llegó inmediatamente y sin titubeos: "Yo necesito a Dios" ¡Cuánto necesitamos de Dios, especialmente cuando nos sentimos en el "valle de sombra de muerte", o cuando la sombra de la noche de las aflicciones nos circunda el corazón!. Citado en: De Oliveira, Enoch. ¡Buenos días, Señor!. (México: Asociación Publicadora In
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