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Manos dedicadas

El célebre escultor alemán, Johhan Heinrich Von Dannecker, que nació en 1758 y murió en 1841, se hizo famoso temprano en su vida por sus estatuas de diosas y dioses griegos. Por ejemplo, su escultura de Ariana en la pantera, esculpida en 1806, fue reconocida como una obra de arte y le dio fama internacional. Poco después de esto, Dannecker fue convencido de que debería dedicar su tiempo y su talento a Cristo. Abandonó la práctica de esculpir dioses paganos y resolvió dedicar su vida hacer estatuas de Cristo. Por dos veces fracasó, pero al final esculpió una semejanza del Salvador tan exquisitamente hermosa que consideró que era la obra maestra de su vida. Napoleón Bonaparte lo invitó más tarde a ir a Paris a esculpir una estatua de Venus, pero Dannecker rechazó la invitación con estas palabras: “Señor, estas manos que han esculpido una estatua de Cristo no podrán esculpir jamás la semejanza de un Dios pagano”. Citado en: Mansell Ernest, Donald. Constante como el amanecer.  

Obediencia equivocada

Se cuenta que un rey pagano, herido en batalla, envió en busca de un siervo de confianza y le dijo: "Ve a decirles a los muertos que llego". El siervo, sin vacilar un momento, sacó su espada y se la clavó en su propio corazón, para así poder ir a dar el mensaje a los muertos antes que llegase su amo. El espíritu de este siervo, aunque equivocado, ilustra la devoción con que el cristiano debe cumplir su misión hacia Dios. Citado en: E. Earl. Cleveland, Meditaciones Matinales Venid a mí. Publicaciones Interamericanas: Pacific Press Publishing Association Mountain View, California, EE. UU. 1969), pág. 214