Un anciano cacique indio que deseaba escoger cuál de sus tres hijos le sucedería como cabeza de la tribu. Señalándoles la montaña vecina les dijo: "Hijos, quiero que escales esa montaña, y el que alcance el pico más elevado será mi sucesor". Pronto uno de los hijos volvía con una flor. -Padre, he subido a la cumbre más alta, y traigo esta flor como demostración. -Ponte un lado le dijo el padre. Enseguida llegó el segundo quien traía una rama verde de un árbol, diciendo haber subido al pico más elevado. -Ponte a un lado -le dijo el padre. Finalmente llegó el tercer hijo, cansado, y con los pies lastimados, pero sin nada en la mano. "He escalado la cumbre más alta, padre, pero no traigo nada como evidencia, porque allí no crece nada. Pero -dijo con los ojos brillantes- he visto al mar" -Ven, hijo -dijo el padre-, tú eres el jefe de la tribu, porque yo también vi el mar. ( Citado en: E. Earl. Cleveland, Meditaciones Matinales Venid a mí. Publicaciones Interame
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