Hace algún tiempo hubo un gran desastre ferroviario, y se comprobó que había habido negligencia de parte del guardabarrera. Fue enjuiciado, y se le preguntó:—¿Estaba Ud. de servicio la noche del accidente? —Sí, señor —contestó. —¿Tenía Ud. su linterna? —Sí, señor. —¿La agitó Ud. a tiempo?——Sí, señor. El jurado deliberó y lo halló inocente. Al salir de la sala el guardabarrera susurró a un amigo: “Ellos no me hicieron la pregunta más importante. Tendrían que haberme preguntado: “¿Estaba encendida la linterna?’ ” Este hombre había soñado con ser algún día maquinista del tren, pero había descuidado los así llamados deberes pequeños que le correspondían, pensando en cuándo llegaría el día en que tendría una responsabilidad mayor. E.E. Cleveland. Venid a mí. 1969. pág. 86
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