https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
Hace algún tiempo hubo un gran desastre ferroviario, y se comprobó que había habido negligencia de parte del guardabarrera. Fue enjuiciado, y se le preguntó:—¿Estaba Ud. de servicio la noche del accidente? —Sí, señor —contestó. —¿Tenía Ud. su linterna? —Sí, señor. —¿La agitó Ud. a tiempo?——Sí, señor. El jurado deliberó y lo halló inocente. Al salir de la sala el guardabarrera susurró a un amigo: “Ellos no me hicieron la pregunta más importante. Tendrían que haberme preguntado: “¿Estaba encendida la linterna?’ ” Este hombre había soñado con ser algún día maquinista del tren, pero había descuidado los así llamados deberes pequeños que le correspondían, pensando en cuándo llegaría el día en que tendría una responsabilidad mayor. E.E. Cleveland. Venid a mí. 1969. pág. 86