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Cuando no se comprende el sufrimiento


Hace algunos años, un niño envió la siguiente carta a una columnista famosa de un periódico en Estados Unidos:
“Querido Dios: ¿Por qué dejaste que mi hermanito muriera? Cuando fue atropellado por un automóvil, mi mamá oró para que tú le permitieras  seguir viviendo, pero tú no hiciste nada. Mi hermanito tenía solamente dos años, y el  no pudo haber pecado tan horriblemente para que tú lo castigaras de esa manera. Todo el mundo dice que tú eres bueno y que puedes hacer lo que quieras. Tú podrías haber salvado a mi hermanito, pero lo dejaste morir. Le has roto el corazón a mi mamá. ¿Cómo crees que puedo  amarte?
El interrogante de la muerte y el sufrimiento no se puede responder satisfactoriamente en todos los casos. En algunas instancias la respuesta es obvia. El fumador que sufre y muere de cáncer del pulmón cosecha el resultado natural de la violación de las leyes de la salud. Todos entendemos esto. Pero cuando el inocente sufre y muere sin tener la culpa, no hay respuestas fáciles. Mansell Ernest, Donald. Constante como el amanecer.  México: Litografía Magnograf , 1993. Pág. 154

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