https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
En la década de 1960, Don y Carol Richardson viajaron como misioneros a
Nueva Guinea. Querían compartir el evangelio con el pueblo Sawi, un
grupo de cazadores de cabezas caníbales que no tenían ni la Palabra ni
el concepto de Dios. Después de aprender el idioma, los Richardson
comenzaron a contar a los Sawi la historia de Jesús y de su
crucifixión. A los Sawi les gustaba la historia, pero no del modo en
que los misioneros esperaban. Desde la perspectiva de los Sawi, el
héroe de la historia no había sido Jesús, sino Judas: en su cultura, el
máximo acto heroico era pretender hacer la paz con el enemigo y,
luego, traicionarlo y asesinarlo cuando menos lo esperara. En lo que
respecta a los Sawi, Jesús fue un tonto por haber sido engañado tan
fácilmente.
Incapaces de convencer a las tribus Sawi de acabar con sus constantes peleas y matanzas, y desanimados por su falta de éxito en esparcir el evangelio, los Richardson anunciaron que se irían. Temerosos de perder el acceso a la medicina moderna y los suministros que los misioneros les habían llevado, los líderes tribales prometieron hacer la paz e invitaron a los dos misioneros escépticos a asistir a la ceremonia.
Como garantía de la paz, las tribus guerreras intercambiaron niños pequeños, que serían criados por la otra tribu. Los Sawi llamaron a cada niño un Tarop Tim, o "Niño de paz". Mientras estos niños vivieran, la paz estaba asegurada. Aunque los Sawi no se oponían a un asesinato, el homicidio de un "Niño de paz" era diferente. Para ellos, no había ningún acto más despreciable o vergonzoso.
En esta ceremonia, los Richardson vieron la clave que necesitaban para presentar el evangelio a los Sawi de manera relevante. Jesús era el "Niño de Paz" de Dios, y Judas había conspirado para matarlo.
Horrorizados con lo que Judas había hecho, los Sawi ahora estaban ansiosos por escuchar el resto de la historia acerca del modo en que Dios había traído al Niño de Paz de nuevo a la vida. Animados por la historia, con el tiempo, muchos de los Sawi finalmente fueron cristianos.
Incapaces de convencer a las tribus Sawi de acabar con sus constantes peleas y matanzas, y desanimados por su falta de éxito en esparcir el evangelio, los Richardson anunciaron que se irían. Temerosos de perder el acceso a la medicina moderna y los suministros que los misioneros les habían llevado, los líderes tribales prometieron hacer la paz e invitaron a los dos misioneros escépticos a asistir a la ceremonia.
Como garantía de la paz, las tribus guerreras intercambiaron niños pequeños, que serían criados por la otra tribu. Los Sawi llamaron a cada niño un Tarop Tim, o "Niño de paz". Mientras estos niños vivieran, la paz estaba asegurada. Aunque los Sawi no se oponían a un asesinato, el homicidio de un "Niño de paz" era diferente. Para ellos, no había ningún acto más despreciable o vergonzoso.
En esta ceremonia, los Richardson vieron la clave que necesitaban para presentar el evangelio a los Sawi de manera relevante. Jesús era el "Niño de Paz" de Dios, y Judas había conspirado para matarlo.
Horrorizados con lo que Judas había hecho, los Sawi ahora estaban ansiosos por escuchar el resto de la historia acerca del modo en que Dios había traído al Niño de Paz de nuevo a la vida. Animados por la historia, con el tiempo, muchos de los Sawi finalmente fueron cristianos.
Jon Paulen. Cartas a los Tesalonicenses. Pág. 37. Folleto Esc. Sab. Tercer Trimestre 2012
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