https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
Elie Wiesel, un superviviente del campo de exterminio de
Auschwitz, en su obra La Noche: «Un día al volver del trabajo vimos tres
horcas levantadas en la explanada, tres
cuervos negros. Se pasa lista. Los SS alrededor de nosotros, las
metralletas apuntando: la ceremonia tradicional. Tres víctimas encadenadas…
y uno de ellos, el pequeño criado, el ángel de los ojos
tristes. »Los SS parecían más ocupados, más inquietos que de costumbre. Colgar a
un chiquillo ante miles de espectadores no era cualquier cosa. El
jefe del campo leyó la sentencia. Todos los ojos estaban fijos en el
niño. Estaba lívido, casi tranquilo, mordiéndose los labios. La sombra
de la horca caía sobre él… Los tres condenados subieron
a la vez
sobre sus sillas. Los tres cuellos fueron introducidos al mismo
tiempo en los nudos corredizos. »─¡Viva la
libertad! ─gritaron los dos adultos. »El
pequeño callaba. »─¿Dónde
está Dios? ¿Dónde está? ─preguntó alguien detrás de mí. »A una
señal del jefe del campo las tres sillas se volcaron… »Oí una
voz dentro de mí que le contestaba: »─¿Qué dónde está? Está aquí, colgado
de esta horca…»
WIESEL,
Elise, cit. por FACKENHEIM, Emil Ludwig: La
presencia de Dios en la historia. Salamanca:
Sígueme, 2002, p. 105.
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