https://images.pexels.com/photos/1633578/pexels-photo-1633578.jpeg?cs=srgb&dl=pexels-rajesh-tp-1633578.jpg&fm=jpg Un día, un hombre honrado y trabajador se propuso dejar el empleo que tenía en una fábrica para abrir su propio negocio. Su entusiasmo era tal que no le quedaba tiempo para leer el periódico, ver televisión o reunirse con sus amigos en la cantina para hablar de cómo estaba el mundo. En cuanto salía de la fábrica dedicaba todo su tiempo y todas sus energías al negocio que estaba por abrir. Visitó a proveedores, hizo todo el papeleo legal necesario, alquiló un pequeño local que se encontraba a un lado de una carretera bastante transitada, equipó la cocina, entrevistó a sus futuros empleados e hizo una larga lista de cosas hasta que finalmente, unos meses después, pudo abrir su negocio de venta hamburguesas y así renunciar a su antiguo empleo. El negocio floreció rápidamente ya que allí se vendías las mejores hamburguesas con papas fritas de toda la zona. Al principio ...
Poco después de haber comprado una chacra, el nuevo propietario se encontró con su vecino más próximo. —¿Ha comprado Ud. este lugar? —preguntó el vecino. —Sí —fue la respuesta. —Ud. ha comprado un pleito. —¿Cómo es posible? —fue la pregunta. —Bien, señor, su cerco allá está tres metros dentro de mi campo y voy a llevar el asunto a los tribunales para probarlo. —No, no haga eso —dijo el nuevo vecino-. Si es así, vamos a retirar el cerco donde corresponda. —¿Lo dice en serio? —preguntó el hombre. —Por supuesto. —Entonces —dijo el querellante—- —ese cerco quedará donde está. Un hombre que procede así, no debe ser enjuiciado. El amor fraternal cristiano había ganado un amigo. El odio con frecuencia hace más daño al que odia que al odiado. E.E. Cleveland. Venid a mí. 1969, pág. 65. Con mucha razón el sabio Salomón, escribió: “Sin leña se apaga el fuego” (Prov. 26:20).